lunes, 20 de enero de 2014

Masaje V. El polvo

A ese beso siguieron muchos más, y de todas las clases y colores. Largos, cortos, profundos, ligeros, tiernos, ansiosos, con abrazos, con las yemas de nuestros dedos acariciando a la vez nuestras mejillas... 

Este relato es la 5ª entrega de la serie "Masaje", si quieres ver los anteriores, pincha en los enlaces:  El Masaje
El Masaje II 
III Masaje interruptus
Masaje IV completo


    Foto cedida por Alex y su chica


    ... Minutos y minutos besándonos, besos y más besos, no nos cansamos de besarnos, acariciarnos, toquetearnos, abrazarnos.
    Tumbados frente a frente, nuestras manos exploran de nuevo la piel del otro, recorro  de nuevo todo su cuerpo con mis manos, siento las suyas arriba y abajo del mío. 
    El abrazo se intensifica, nuestros cuerpos se apretan, su muslo derecho se abre paso otra vez entre los míos, bajo mi mano baja a sus nalgas para empujarle, apretarle más hacia mí, y sentir la dureza de sus músculos en mi sexo.

    Embriagada primero por el masaje, luego por el cuni, y más tarde por la miríada de besos, no había advertido hasta ahora, al asir sus nalgas, que él aún conserva el slip puesto. Pensé que, al igual que yo, se había desnudado nada más entrar al dormitorio.
    Le empujo un poco hasta que queda tumbado de espaldas y me arrodillo a su lado para desnudarle completamente, pues a la vista está que una parte de su cuerpo ha de sentirse incómoda, obligada a una forzada postura en diagonal para caber, a duras penas, y bastante constreñida, en la prisión de tela en la que se ve sometida. 
    Con sólo distendir el elástico para librar la protuberancia que se marca bajo la tela, el falo recupera su posición natural, tieso apuntado hacia el ombligo. Deslizo la prenda piernas abajo, hasta sacarla completamente. Me inclino sobre él, y asciendo, rozando con mis pezones la piel de piernas, muslos. Cuándo mi cara llega a su ingle, y antes incluso de que la bese ni apenas acaricie, la verga, seguramente agradecida por la liberación, luce apuntando al norte, ya casi alcanzando con la punta el valle del ombligo.

    Foto cedida por Alex y su chica para esta entrada
    Me inclino sobre ella, hasta depositar un beso en el mismo frenillo, seguido de otro más abajo, y otro, y otro, recorriendo con mis labios la gruesa vena que lo recorre a lo largo, hasta llegar a los huevos, que beso alternadamente, y a continuación succionando, para regresar con mis labios -ya abiertos, tomando medida de lo que me voy a comer, hacia la punta otra vez. Me recreo con ella, saboreando con labios y lengua todo el contorno del glande que luce ya de un rojo carmesí. Unas gotas se desprenden y van  a caer al ombligo, de donde las recojo con mi lengua y las devuelvo a su sitio, para humedecer la carne que por fin me trago. Tomo ambas pelotas en la mano. Las acaricio, manoseo, estrujo mientras empujo la cabeza hacia abajo una y otra vez para devorar tan suculenta pieza.
    Foto cedida por Alex y su chica para esta entrada
    Con sólo pensar que dentro de un momento -en cuánto yo quiera- me estará llenando, el chichi se me hincha, se me esponja, lo noto húmedo y caliente. Me toma un pecho con la mano, lo rodea entero hasta alcanzar la areola, que primero acaricia con las yemas, y luego amasa hasta llegar al pezón, que toma entre sus dedos apretando ligeramente. Lo suelta y dirije su mano entre mis piernas, llegando a mi cueva, que al sentirla acercarse ya ha pasado de esponjosa y húmeda a volcán chorreante. Recorre el interior de mis labios con sus dedos (yo sigo chupando y chupando, cada vez más adentro, hasta que me llena la boca sin haber llegado al final), mete dos dentro de mí (Aaaahhh! me veo obligada a soltar mi chupete para suspirar y tomar aire). Saca sus dedos de mí (lo que me deja ardiendo y contorsionándome, para intentar atraparlos de nuevo y que sigan con su ardiente tarea), y llega de nuevo al pezón, que lubrica con mi propia esencia y amasa hasta engordarlo y endurecerlo como una avellana. 
    Entre el calentón de faltarme lo que tenía dentro, y el toqueteo del pezón, estoy que no puedo más, necesito algo en el coño, y lo quiero YA!!!!.
     Me retuerzo y me coloco sobre su cara, vuelvo a meterme mi caramelo en la boca; inmediatamente siento su lengua subir por mi muslo, llega a los labios y me da un lametón desde la pipi hasta mi trasero que me hace estremecer, por la intensidad, y por el recuerdo de lo vivido hace unos minutos. Baja al otro muslo, sube de nuevo su lengua ardiente por la parte interna, hasta alcanzar de nuevo mi vulva. No por esperado me estremece menos que el anterior, con el añadido de que no separa sus labios de los míos; me recorre una y otra de arriba abajo de y de abajo arriba, por el derecho, el izquierdo, el centro. Pasa las manos de las nalgas hasta el  centro, primero una luego la otra llegan con dos dedos, que  se alternan con la lengua arriba, abajo, adentro, adonde se impregnan de  los humores de mi cuevita. Lleva  sus manos otra vez hasta mis tetas, me toma los pezones para, como antes, amasarlos con sus dedos húmedos. Su lengua sigue incasable explorando y lamiendo mi entrepierna: Cuando llega a mi botón mágico, sus labios se detienen , lo succionan hasta desnudarlo completamente de su envoltura y siento la punta de la lengua llegar a la punta de flecha que es ahora mi clítoris, pasear sobre él, vibrar juntos a mil revoluciones. Aquí ya enloquezco, suelto de nuevo lo que tengo en la boca, de nuevo necesito aire, apoyo mis manos en sus muslos para  incorporar mi torso, y  apoyar así y aún más mi sexo en su cara, que toma entero con su boca, chupando y chupando, sediento de mí. Muevo mis caderas adelante y atrás para no perder ni uno solo de los lengüetazos que me están deshaciendo. AAAAAaaaaaahhhhh!!!! AaaaaHHHH!!! AAAAaaahhhHH !!!

    Siente, sabe cómo estoy. Parece que con el masaje y el cunnilingus que le siguió ha aprendido de memoria el mapa de los puntos calientes de mi cuerpo: No deja de lamer y chupar mientras alarga la mano hasta la mesilla para desenfundar un condón, que me da para colocárselo. A pesar de estar su picha húmeda de mi saliva y sus propios jugos, no consigo desenrollarlo sobre ella, queda muy justo. Se lo devuelvo. Tendré que humedecerlo más.  Me doy la vuelta y me coloco a horcajadas sobre su sexo; esto necesita un poco más de hidratación, y a mí me sobra. Paseo de mi coño a lo largo de su falo. Por primera vez nuestros sexos se saludan, se reconocen, se unen. Siento su fierro candente abrir mis labios, su punta llegar a la mía, me licúo aún más. Le doy mis líquidos, y me separo. Para no fallar nuevamente, se lo coloca él mismo, no sin dificultad,  dado lo apretado de la goma. En ese momento pienso: ¿Le cortará la circulación y me quedaré sin polvo?
    Me tumbo de espaldas, bien abierta para recibirle, pero él a su vez, se deja caer de la misma manera, y me toma para sea yo la que suba  sobre él. Yo lo que necesito es follar ya, me da igual arriba, abajo o de lado. 
    Me subo, en cuclillas con las rodillas a sus costados, y sin más me ensarto en ese pedazo de carne que tanto rato llevo anhelando sentir dentro. Me toma de ambas nalgas, y me las abre para ayudarme, lo que no hubiera sido necesario, dado el géiser que a estas alturas tengo  entre las piernas. Siento cómo se abre paso en mi interior, hasta el fondo, me llena y se queda inmóvil dentro. Siento nuestros sexos unidos piel con piel, ambos libres de vellos. Arqueo mi espalda hasta llegar con mi perlita hasta su pubis, sobre el que me balanceo, todo mi cuerpo apoyado en el suyo en un punto, en "mi punto". Subo, lo siento salir hasta dejarme casi vacía, sólo la punta rozando mi entrada; bajo de nuevo para llenarme, subo, bajo, ayudada por sus manos que siguen prendidas a mis nalgas. A pesar de estar sentada sobre él, las rodillas, los muslos me tiemblan, todo mi cuerpo vibra.
    Sin salir de mí, empuja mis rodillas con sus manos para estirar mis piernas, y dejarlas a lo largo y por fuera de las suyas. Siento ahora su polla deslizarse entre mis labios apretando cada vez más, su nabo sisea por el roce, y engrasado por la fuente inagotable que mana de mí, noto cómo me incendia toda a su paso. Me toma de la cintura para apretar aún más su pubis contra mi vulva, le ayudo y me apreto bien, hasta sentir la presión de su músculo contra mi botón. Apoyo mis manos en sus hombros, levanto mi torso para empujar más, por si fuera posible sentirle aún más adentro, y sí, era posible, le noto más duro, más adentro, mi pipi estrujada, creo que he llegado a lo más. Si? Noooo, aún puede ascender más mi temperatura, pues ahora mis tetas quedan al alcance de su boca. Con sus manos las junta. Saborea una areloa mientras pellizca el pezón de la otra. Cambia, y chupa el otro pezón y  presiona el primero con su dedo hacia adentro, hasta hundirlo, duro como está en el glogo de mi pecho.
    MMmmmaaaaahhhhhhhh !!!  mmmmmmaaaaAAAAAahhhhh!!!Ah Ahhh Ahhhhh. Entro, salgo entro, salgo, arriba, abajo, arriba, abajo una y otra vez, acelero mis caderas, adelante atrás, adelante, atrás. Su lengua se acelera al mismo ritmo, en un pezón, en el otro, uno, otro, uno, otro; cambia de teta tan rápido que me parece sentir sus chupadas en las cerezas de mis pezones a la vez, cuándo uno aún se estremece, ya están sus labios y lengua prendidos del otro.  En uno de los cambios, en lugar de chupar, sopla; con los labios muy cerraditos, apenas un hilo de aire, pero tan fuerte sobre el pezón que, húmedo y duro como está, lo siente tan intenso y frío que creo que va a estallar cristalizado, congelado. Mientras, sus manos han regresado a mis caderas, y me ayudan a ensartarme una y otra vez, a restregar mi charco con su pubis, a sentir su músculo amasando mi botón, enardeciéndome, enloqueciéndome, haciendo que cierre los ojos para mejor sentir todas las sensaciones que desde el vórtice donde ahora se concentran todas mis terminaciones nerviosas la irradian por mi cuerpo como rayos sin luz, sólo fuego abrasador siento correr por mi piel.
    Ni el sudor que me cubre entera disminuye un solo grado mi temperatura, me siento arder entera. 
    Sus la bios abandonana mis etas, que son tomadas por sus manos otra vez, mientra su boca asciende hasta mi cuello, chupando, mordisqueando y dejando un rastro con su lengua que termina por fundirme. Apreto dientes y cierro fuerte los ojos para intentar detener lo invitable: El abandono total, el fuego me sube por la columna, echo hacia atrás la cabeza, y un largo suspiro se va convirtiendo en escandalosos gemidos encadenados Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh
    Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaghghhhhhhhhh AAAAAAAaaaaaaaaaaaahhghhghhhh!!!!!!!!!!!!
    Mis aullidos no detienen su embestidas ni su ansiosa lengua, que sigue incansable a un lado y otro del cuello, tras las orejas, sobre mis hombros alargando mi dulce agonía, hasta que entre espasmos de mis caderas me derramo entera y caigo agotada sobre su cuerpo, no menos sudoroso y agotado que el mío, con la resìración agitada, sintiendo su corazón golpear tan fuerte contra mi pecho, como si  estuviera también, junto al mío, dentro de mi.
    Cuando recupero un poco el resuello levanto mi cabeza de su hombro un poquito, lo justo para buscar su boca con mis labios para besarnos otra vez dulcemente, decenas debesitos cortos y cariñosos, sin palabras, no las necesitamos, nuestros labios se lo dicen todo con los mutuos besos, no necesitamos palabras, ni nos queda energía ni saliva para articular una sola sílaba.
    Sólo besos, besos, besos y más besos.....