Salvador Dalí Persistencia de la memoria |
La entrada ¿Puta o libre? de Tequila y sus reflexiones sobre los recuerdos de cada amante "después de", me recordó un breve artículo de la sexóloga Georgina Burgos que como el tesoro que considero que es, guardo entre delicados paños desde hace años.
Fue publicado en la página que entonces dedicaba El País Semanal a sexología, y en la que los lectores contestaban a una pregunta determinada cada semana, y se añadía en cada una la escueta reflexión de un profesional acerca del tema en cuestión.
No recuerdo la pregunta de ese día, ni conservo la página completa, sólo me quedé con esto
“Esa intensidad tan exuberante”
El placer es una de las recompensas
más sabrosas del sexo y es lo que vemos
en primer plano. El juego también. Sin
embargo, el vínculo emocional que se
crea con la persona o las personas con
Salvador Dalí . Galatea de las Esferas |
no es menos sabroso. No me refiero a
un vínculo de pareja a largo plazo, sino
a esa especie de comunión con otro ser
gracias a la comunicación intensa de
dos cuerpos que tienen la capacidad de
sentir a la vez las profundidades que les
proporciona ese contacto sexual. Luego,
cada uno podrá ir por su cuenta o
continuar junto al otro, pero esa
intensidad emocional tan placentera y
exuberante no te la quita nadie.
GEORGINA BURGOS, sexóloga
y escritora, Barcelona
Digo que el post al que me referí al principio me recordó este artículo porque, al contrario que a Tequila, mis encuentros sexuales sí me han creado un vínculo emocional con las personas con las que he tenido la suerte de compartir contacto físico.
Dalí, Cabeza Rafaelesca estallando |
Evidentemente, los grados de esta unión han sido muy distintos de unas a otras, y van desde un agradable recuerdo a. . . (iba a escribir "el amor más irracional", pero cuándo eso ha ocurrido realmente no nació de la pasión del encuentro físico, sino que fue la culminación tras meses de gestación y crecimiento, como la explosión de los fuegos artificiales tras el ascenso de los cohetes).
Tampoco guarda relación proporcional la intensidad del recuerdo con la del encuentro físico, de tal forma que conservo un gran cariño de personas con las que apenas intercambié unos besos -sentidos, eso sí- y no tanto con otras con las que compartí varios polvos.
PD: Con
la que hay liada en los juzgados de este país, no creo que me demanden
por recordar el artículo aquí y ahora. En todo caso, si infringe de derechos de autor o
su autora o el editor se sienten perjudicados por traerlo hasta aquí, la retiraré.
Me ha encantado esta entrada, Uly, de verdad. La he leído un par de veces porque lleva mucha enjundia.
ResponderEliminarUn besazo.
Eso pienso yo, por eso tengo el texto guardado.
EliminarGracias por la visita y tus palabras
Besos
Yo también creo que un encuentro sexual puede crear un vínculo emocional, pero para que eso suceda tienen que darse algunas particularidades, a saber: atracción/interés previo que culmina; o bien indefensión emocional del momento; o bien ternura desbordada tras la pasión; o bien explosión particularmente fogosa. O bien, palabras que jamás olvidas. Claro que también hay polvos fenomenales que no dehan marca. Aunque yo siempre he gozado de buena memoria.
ResponderEliminarBicos
Cualquiera que se a la causa, si el regusto es bueno... miel sobre hojuelas.
EliminarGracias.
Besos
Los grados de conexión se desdibujan con el tiempo... o aumentan dependiendo de... Hay tantas maneras como personas y formas de relacionarse.
ResponderEliminarMuy bien expuesto, Ulyses.
Un abrazo.
Sí, siempre se ha dicho que cada persona es un mundo, así que dos... un universo.
EliminarGracias por tu visitay tu amable comentario.
Un abrazo
Nos leemos