miércoles, 14 de marzo de 2012

El masaje I

Debido a la publicación de algunos comentarios míos en otros blogs, varias personas esperan el relato de cómo surgió mi primera aventura.
 Inicio por tanto hoy la publicación de la misma, antes de haber concluido la transcripción de la totalidad misma, por lo que irá apareciendo en sucesivas entregas.

  Omito lugares, nombres y fechas concretas por discreción, y por no considerar necesarios estos datos para comprender lo que ocurrió. 

Ocurrió lo que aquí relato a final de un verano.

En un viaje de trabajo, me alojaba en casa de unos amigos. El último día allí, cerca de la medianoche, el resto de habitantes de la casa ya dormían , o al menos estaban acostados. 
Me puse cómodo frente al Tv, a la luz de una tenue lámpara, dispuesto a disfrutar tras un largo día de trabajo, de una cerveza y un cigarrito "verde". Tocan suavemente a la puerta. Era una amiga de la casa y vecina. Nos  conocíamos por haber coincidido allí algunas veces. 

- Hola! Qué sospresa. Pasa
- Hola. Al pasar hacia mi casa, ví luz, y como no es normal que aquí estén levantados a estas horas,  pasaba a saludar.
- ¿Te apetece una cerveza y un cigarrito?
- La cerveza vale, el cigarrito prefiero de los míos, aunque sean menos ecológicos.

Nos sentamos en el sofá a tomar la cerveza, con los pies descalzos sobre la mesa de centro. Ella a mi izquierda, yo a su derecha.

Hablamos de los respectivos trabajos, los conocidos comunes...Vamos, lo habitual con alguien que te cae bien pero no tienes demasiada confianza. Como dije antes, nos conocíamos, y habíamos coincidido por aquí varias veces, pero siempre con más gente, esta era la primera vez que hablábamos a solas.
A pesar de no haber demasiada luz, al cruzar sus piernas sobre esta mesita, advierto que luce alrededor de uno de sus tobillos una pulserita, y un poco más arriba, un tatuaje que rodea la pierna, desde eltobillo hasta la pantorrilla. 
Paso por alto la pulserita,demoda entonces,y me fijo en el tatoo:

- ¿Y ese tatuaje?
- ¿Te gusta? Me lo hice este verano.
- Está muy bien, parece tener relieve.
- En serio? 

Extiende la pierna hacia mí para que pueda verlo más cerca. Yo a mi vez, alargo la mano derecha para comprobar si en verdad tiene relieve. Por supuesto, no lo tiene, pero es tan suave su piel, y me resulta tan agradable sentirla, que deslizo las yemas de los dedos, suavemente, apenas rozando su piel, a lo largo de todo el tatoo. 

- ¡ Qué piel tan suave ! ¿Te acabas de depilar? 
- Esta tarde, así que la tengo aún un poco tensa y dolorida de la cera.
- Pues no lo parece, yo la encuentro muy bien.

Y sigo paseando mis dedos, ahora ya un poco más firme y un poco más amplio; el roce se ha convertido en caricia y ha sobrepasado el tatoo, un poco por  abajo, hasta el tobillo, y otro poco  por arriba, hacia la pantorrilla. Coloca su pie sobre mis rodillas.


- Tienes la mano caliente, me gusta.
- Es agradable sentir otra piel en contacto con la de uno, y si es tan delicada como la tuya, mucho mejor.
- Me encanta que me toquen la piel.
- Vaya! Me alegro, no a todo el mundo le gusta. Hay quien rehúye el contacto con los demás. A mí también, siempre que la otra persona me sea cercana. Me gusta tocar y que me toquen, siento  al otro más la cerca si hay contacto físico.

Mientras digo esto último, y dado la complicidad que se establece con nuestra conversación, incorporo la otra mano a las caricias, bajando con ambas hasta el pie, una sobre el empeine y la otra por la planta, apretando ligeramente una hacia la otra, de tal forma que su pie  sienta el calor en medio de ambas, y las deslizo simultáneamente desde los dedos hasta el tobillo.  Así varias veces, pie arriba-abajo,  izquierda- derecha, ahora ya amasando su pie con las palmas de mis manos. Continúo por el tobillo, rodeándolo con ambas manos alternativamente, una-otra-una-otra, transmitiendo de nuevo mi energía a través de mis dedos y palmas, y tras el tobillo, paso de nuevo sobre el tatoo, no de forma casi imperceptible como la primera vez, sino ya amasando la pantorrilla con la mano izquierda, y la espinilla con la derecha, llegando una  hasta la corva y la otra a la rodilla respectivamente.

- Mmmmm! 

Oigo, mientras se recuesta sobre el brazo del sofá cerrando los ojos, al tiempo que sube su otra pierna también sobre mis rodillas, lo que interpreto como una clara invitación a repetir la acción sobre su pie izquierdo. 
Me dedico a ello sin dudarlo, aplicándome en la tarea aún mejor si cabe,  agradecido por esa suti, pero exquisita aprobación de mi labor, y esa demostración de su confianza en mí al relajarse tumbada a mi lado.

Continuará... lo antes posible.
Si no quieres perderte ningún capítulo, suscríbete y te avisaré cuándo las vaya publicando.

Este cuento sigue aquí: http://erodisea.blogspot.com.es/2012/05/el-masaje-ii.html

4 comentarios:

  1. Pero como que no escribes desde marzo?? Acabo de meterme aquí y esperaba una continuación.. Para cuando?

    Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada/o Be: Lamento la ausencia durante todo este tiempo. Acabo de subir la 2ª parte. Prometo no tardar tanto en escribir las siguientes.
      Como digo en la introducción a la entrada de hoy, si me envías tu mail, te enviaré mis disculpas y explicaciones.

      Eliminar
  2. Hola, excelente, saludos.
    En espera de la siguinet parte.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, anónimo, ya tienes dos partes más. Lamento el retraso.

    ResponderEliminar

Deja una señal de tu paso por aquí. Gracias